Rozando Argelia.
Cruzando el Atlas hacia la ciudad imperial de Marrakech.
Escrito por Javier (Navegante), fechado el 18 de noviembre de 2022.
Daban las ocho de la mañana, cuando me acercaba a mi inseparable montura, Ligera me esperaba entre otras motos, en el aparcamiento del hotel. Aparecía bulliciosa la mañana, los riders iban de aquí para allá, sellando el pasaporte, colocando el roadbook o terminando de preparar su moto. Yo por mi parte había dejado la bolsa de hule en el lateral de la puerta de salida, seria transportada hasta el hotel de destino por la misma organización, y me dispuse a meter la bolsa de día en el baúl de Ligera. Me había hecho todo el camino muy fácil, estaba orgulloso de ella.
Pocos minutos después, nos reuníamos los cuatro, Josean, Nicasio, Rodrigo y yo, para emprender el camino hacia Marrakech. Habíamos decidido ir por track de seguridad y no pasar por "lo marrón", aunque el trayecto GS no era por largas pistas, realmente era una carretera que estaban reparando y algunos tramos estaban aún sin acondicionar, presentando el trayecto original, de una carretera de tierra de Marruecos. Hoy no habría muchas sorpresas en el camino.
Nos pusimos en marcha, las 8:20 marcaba el reloj del cuadro de Ligera, para salir a la N-10, en dirección a Uarzazate, antes de girar a la derecha en la N-10, fuimos a la gasolinera que esta a unos 20 metros del cruce de la calle por la que íbamos, en dirección Tinerhir, para entrar y volver a salir de la gasolinera, estaba llena de riders, así que tomamos definitivamente el rumbo hacia nuestro destino.
Apenas habíamos recorrido 5 Km cuando vimos una estación de servicio vacía, entramos y llenamos el deposito de nuestras motos y volvimos a retomar el camino hacia Uarzazate, por la N-10. Una sucesión de casas bordeaban la carretera, las ciudades se extienden a lo largo de las vías procurando tener acceso a las comunicaciones. Las calles de tierra y los moradores esperando en la confluencia de caminos a que llegue un vehículo que salga de entre estas viviendas de adobe, ladrillo, mezclas o cemento, o venga de más lejos. Todo parece bullir en las postrimeras de las carreteras.
Íbamos avanzando a buen ritmo, sin prisas, cuando en la lejanía se vislumbraba un potente resplandor, cerca una enorme "chimenea", la planta solar de Nur, alumbraba la mañana con un punto de luz de fantasmagórica silueta. Entramos en la ciudad "del cine" y dejamos a nuestra derecha el hotel en el que pernoctamos en 2019. Salimos de la ciudad por la N-9/N-10 y mirábamos los estudios de cine que se extienden entre la ciudad y el desierto. Al fondo se divisaban extensas formaciones rocosas, destino de nuestro periplo del día.
Daban las 10:40, cuando pasamos el desvío de la RP-1506 que lleva a Ksar de Ait Ben Hadu, una serie kasbash muy bien conservadas, representativas de la arquitectura del adobe de esta zona, en la orilla del río Ounila. Actualmente algunas casas de esta especie de fortaleza, están habitadas, la mayoría de la población vive al otro lado del rio, a los pies de la mencionada carretera. Esta ruta es la que seguirían los riders en el tramo de GS de esta jornada. Nosotros, pues, seguíamos por la nacional hasta nuestro destino. Desde Uarzazate, donde estábamos a 471 metros sobre el nivel del mar, ahora tocaba ascenso continuo y sinuoso en pos del alto del Tizi n'Tichka, en pleno Atlas.
Entramos en las ascendentes laderas del sur del Atlas, entre camiones de obras, curvas y suaves valles, que poco a poco iban haciéndose más profundos, forzando a que las laderas tendieran a la vertical. Enormes moles de dura roca se erguían en rededor, aquí o allá las reparaciones en el destartalado asfalto se mezclaban con tramos de buen firme. Entre taludes de tierras rojas y ocres, se mecía la sinuosa carretera, en una deliciosa mañana. Si no fuera por las obras... habría sido una jornada única, aún con ellas, el paisaje y la ruta eran merecedoras de un asombroso "vaya vistas". Entre curvas y cortas rectas, alcanzábamos el alto Tizi n'Tichka a las 11:45. Ahora quedaba la bajada hasta Marrakech. A pocos kilómetros, hicimos alto en el camino, eran las 12 del mediodía cuando nos sentábamos en unas sillas, justo enfrente de nuestras monturas, para tomar algo de beber en el café Afoulki. A las 12:50, volvíamos a retomar la carretera, siguiendo el cauce del rio Tichka.
Los últimos 90 km, pasaron entre huertos, montañas y poblaciones. Poco a poco nos adentrábamos en el área de influencia de la gran ciudad imperial que bullía de vida. Durante unos kilómetros fuimos siguiendo el rio Touama, que se entrecruzaba, de forma casi caprichosa, con la N-9, que en pocos kilómetros se volvía una autovía de dos carriles por dirección con una mediana de hormigón entre ambas direcciones. Estábamos ya en los arrabales de la cuidad, cuando vimos a un compañero en el lateral de la carretera, paramos a preguntar si se encontraba bien y nos enteramos de que un compañero había tenido un accidente, sufrió un desmayo y choco contra la mediana, por suerte no le arroyo ningún vehículo. Parece que no había sido grave. Cualquier cosa puede pasar, estaba cansado y quiso parar, pero al estar tan cerca del destino, siguió y no hizo caso a su primera opción. Otra moraleja, escúchate a ti mismo.
Eran las 14:30 cuando entramos en la explanada del aparcamiento del hotel. Fuimos hacia la recepción y allí estaba Mónica que había organizado todo y en pocos minutos ya teníamos nuestras habitaciones. Como la comida era hasta las 3, entramos en el comedor, con la ropa de moto y los cachivaches del día, para poder comer "del tirón". Después de la comida, por gentileza de la organización, ya que en principio en la inscripción al evento no se contemplan las comidas, si los desayunos y cenas, fuimos cada uno a su cuarto para la merecida ducha del día.
Estaba descansando, después de la tonificante ducha y de haber puesto a cargar los aparatos electrónicos, cuando recibí una llamada de Nicasio. Quedamos en la puerta del hotel para ir a la "Plaza", el origen del Zoco de la alegre ciudad. En recepción nos llamaron a un taxi, en el que partimos hacia el centro de la ciudad. Al principio las calles parecían tranquilas, con transeúntes dispersos que buscaban sus destinos, pero según nos acercábamos al centro de la cosmopolita urbe, las calles bullían entre personas, motos, motocarros, burros, coches, autocares... todo eran cruces y rotondas de cuatro carriles, aunque solo dos estaban pintados, cada uno salia por su desvío como en tiovivo, entraban y daban vueltas innumerables vehículos, unos nuevos y otros desvencijados y de pasado remoto. Nuestro taxista, tranquilo, sosegado, iba tomando las calles para acercarnos a nuestro destino, casi sin mediar palabra, llegamos a la "Plaza" y allí pagamos el taxi y nos encontramos en medio de una gran explanada, embarullada de personas, kioscos, atracciones y casetas.
Las "bichas" eran la primera actuación, un seria de "encantadores" de serpientes, se disponían alrededor de una sombrillas, bajo las cuales se agolpaban cestas de mimbre. Las sierpes, se removían en el suelo, azuzadas por sus "encantadores" se reviraban y algunas bufaban. Uno de aquellos, se acerco a nosotros, yo me quede mirando el ofidio que presentaba entre sus manos para colgármelo sobre el cuello, Nicasio, cerca, también se vistió con la piel viva de aquella serpiente, mientras que Rodrigo miraba de lejos. Dimos unos dirham al "cuidador" del pobre animal y no dirigimos al centro, al meollo de la bulliciosa plaza. A pocos metros, el juego del "refresco", unas botellas, situadas en forma de circulo en el suelo, y los participantes, caña de pescar en ristre, tenían que meter una argolla, como un donut, en el cuello de la botella que desearan beberse. No vimos a nadie conseguir su preciado y refrescante tesoro.
Dimos un paseo por entre transeúntes y vendedores ambulantes, en las casetas de comida nos retaban a probar los tajines, pero al decirles que estábamos recién comidos, nos preguntaban si eramos Españoles. Casi todos los europeos comen mucho más pronto que nosotros, nos reíamos de sus comentarios. Pasábamos de la comida contundente, a los zumos recién preparados, con las mas variadas frutas. En un puesto de dátiles, compramos una caja de kilo a 12EUR, después de saborear algunos dátiles de Zagora, que el vendedor nos dio de prueba. Rematábamos la visita a la entretenida "plaza" con la compra de especias para "pinchitos" y pollo. Fuimos a por los taxis para la vuelta al hotel. El taxista, a diferencia del de la ida, era muy charlatán, llevaba el móvil con la mano y el volante con la otra y aún tenia posibilidades de ir tocando el claxon para ir "advirtiendo" de su llegada, detrás Rodrigo y yo nos mirabamos de soslayo y alucinábamos con el conductor.
Llegamos al hotel y fuimos al fin de evento, Alexander Vonscheidt, presidente de BMW Motorrad España, tuvo el detalle de acercarse para este final del evento y de sus manos fuimos recogiendo el "finisher" del mismo. Es de agradecer su presencia, ya que, a diferencia de otros años que compartía viaje con todos nosotros, este año no había podido acompañarnos en las jornadas de Marruecos. En el evento también entregamos el "spot", que había servido para el seguimiento por GPS de cada uno de los participantes, esto nos parecía bastante raro, pues aún quedaba el ultimo desplazamiento por estas maravillosas tierras. A saber el largo camino desde Marrakech hasta Tanger para embarcar.